Se nota que mi novio y yo llevamos poco tiempo saliendo, ya que no podemos dejar de estar el uno sin el otro. No hay día en el que no acabemos follando y el último calentón que sufrimos, ocurrió en la cocina. Estábamos a punto de salir por ahí y acabamos metiéndonos mano, hasta notar su polla dura. Le pedí que se la sacase de los pantalones y tras quitarme el vestido, me abrí de piernas sobre una silla y disfruté mientras penetraba mi chochito sin descanso.