Al fin encontré el piso perfecto y tocaba hablar de dinero con el casero. Me pidió el primer mes de alquiler y no se me ocurrió otra cosa para pagarle que con unas buenas mamadas. No se esperaba mi reacción, pero se dejó llevar y le hice pasar un rato de puro morbo, chupando su polla dura como una profesional mientras él me miraba fijamente a las tetas.