Al fin y tras mucho tiempo de espera, pudieron operarme de la rodilla y me quedé ingresado en el hospital unas semanas. Lo que no sabía era que las enfermeras eran unas zorras de cuidado y lo descubrí cuando una de ellas pasó por mi habitación. Empezó a chupármela y luego me dejó tener sexo con ella, gozando de su coño en la cama. Luego me encontré con otra que, al ver lo dura que tenía la polla, se abrió de piernas para mi y dejó que la penetrase en la oscuridad.