No tenía muchas esperanzas de triunfar cuando salí a tomarme una copa, pero sin duda acabó siendo la mejor noche de mi vida. Y es que en la barra del bar estuve charlando con un par de golfillas, las cuales iban un poco contentillas y empezaron a insinuarse descaradamente. Después de un rato de insinuaciones, decidieron soltarse la melena y se agacharon ante mí para chuparme la polla y luego, me pidieron que se las metiese mientras todo el mundo nos miraba gozar de ese trío en medio del local.