Categorias: Incestos
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Tengo montado un pequeño gimnasio en casa, con el que levanto pesas de vez en cuando para mantenerme en forma. Una tarde mi madrastra apareció por allí con sus mallas y en lugar de hacer deporte, se limitó a mirarme y a acariciar mis músculos. Logró ponerme muy cachondo y al final, no pude evitar sacarme la polla y penetrar su chochito allí mismo, en una follada brutal que guardamos en secreto para siempre.