Categorias: Gordas
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Después de leer un rato, acabé rendido en el sofá y durmiendo la siesta. Mi esposa se sentó a mi lado y se puso a coser, pero cuando desperté le quité todos sus bártulos de encima y la convencí para follar. Estaba con ganas de pasar un buen rato y ella parecía dispuesta a darle al tema. Así que se quitó el vestido y me puso sus carnes encima, hasta terminar pasando un rato de sexo en el salón, que acabé soltándole sobre sus pechos toda mi leche caliente.